Es como que un gallo de mi generación fuera presidente y desde un escenario sobre el Mapocho lo atacara, no sé, Pepe Guixé.

Hay un elemento de clase, de coa de pobre humilde, inquilino domado, poblador digno y sufriente, pero también algo de eufemismo infinito. Cuando no teníamos nada era lindo. Ahora que tenemos algo también es lindo. Las cosas nunca son horribles y nunca es hora de dejar la cagá.