Dulator había dejado la mirada perdida y había disociado hasta que volvió a escuchar la voz de Liraelth.

—Oh, sí. ¡Lo mismo que tu, claro!

Iba a tener que ser una interpretación magistral el no comer frente a Lira, pero algo iba a tener que inventar.

se preparase algo para esas fiestas, un gran árbol adornado, o incluso farolillos de colores por las calles, lo que se esperaría de Yule, claro. A Strahd esas cosas le daban vergüenza y le recordaban a cuando era niño y se peleaba con Sergei por los regalos del día de Acción de Gracias. >

No contestó de inmediato a lo de las fiestas debido a que a Strahd no le gustaban ni un pelo, pero... debía de dejar a la gente disfrutar de sus estúpidas fiestas, eso era lo que hacía un buen gobernante ¿No?

Además, el burgomaestre siempre se encargaba de que en Barovia ciudad >

volver a ver a Liraelth era lo que mantenía a Strahd obsesionado aquella temporada.

La viva voz de la curiosidad de un bardo aprendiz admirando a un ídolo ¿Verdad?

— Tal vez toque aquí el próximo fin de semana, dicen que van a empezar las fiestas de Yule y se necesitan bardos para amenizar las noches ¿Vendrás?

Una sonrisa cargada de ilusión se dibujó en el bardo, >

que a un niño una tarta de manzana.

— Rictavio es único en su especie.

Curiosamente Strahd coincidía con el tío de Lira, ese maldito bardo no era de fiar.

— Es capaz de animar el ambiente casi sin quererlo y su aura enigmática atrae al más santo, me pregunto en qué escuela habrá estudiado.

>

Al entrar en la taberna saludó a algunos conocidos con un guiño, y un movimiento de mano, el bardo se había hecho un pequeño huevo entre algunos de los devotos de aquel templo de la comida. El pelirrojo seguía a Liraelth de cerca, como si no quisiera perderla, como si su aroma le atrajese igual >

la última vez me gané que el Bardo Rictavio me hiciera una canción burlándose de mi. Al menos me hice un nombre en Vallaki.

Dijo con una risilla estúpida, aunque algo avergonzada.

– La verdad es que Rictavio es una fuente de inspiración. Ya sabes, es el mejor bardo de toda Barovia.

aunque lo que realmente quería es que ese vampiro del tres al cuarto le diera ciertas explicaciones, iba a tener que invitarle al maldito castillo en unos días... sí... que su mujer se encargase de él, por traidor.

– Aunque siempre le puedo torturar con una serie de chistes malos que me se, >

– Lo comprendo.

Dulator no la forzó a hablar de aquello que la incomodaba, simplemente le ofreció un suave empujón con el codo.

– Eh, siempre le puedo dejar fuera de juego con una Risa de Tasha y al Baile de Otto.

Le ofreció un guiño complice a la elfa, quería ofrecerle su ayuda, >

hubiera sido la cosa más común del mundo.

– ¿Tu tío es el dueño de la taberna?

Para sus adentros Strahd estaba molestándose poco a poco, pues todos los vampiros del valle eran sus sirvientes y que uno de ellos le hubiera ocultado que tenía a UNA MALDITA ELFA ADOPTADA, le ponía enfermo.

ceño como si recordase algo con cierta molestia.

– Me alegro que lo matase un jabalí, así dejaba a mamá en paz. ¡Pero bueno! Olvidemos eso, todos tenemos algunos cadáveres en nuestros armarios ¿No?

Dulator se encogió levemente de hombros, como si el trauma que le acababa de contar a Lira, >

– Se pone correosa, sí.

Asintió Dulator, como si ambos hubieran encontrado un punto "tonto" de conexión.

– Yo la prefiero poco hecha, mi padre era cazador y odiaba cuando hacía cecina, no me gusta nada la carne dura, él decía que así podía estar más tiempo fuera de casa.

Dulator frunció el>

Levemente sacudió la cabeza y sus rizos pelirrojos se mecieron de tal forma que se le quedó un mechoncito rizado en medio de la frente.

– ¿Te gusta muy hecha?

Preguntó Dulator como si asumiese que por ser un ser con sangre feérica o le gustaba la carne muy hecha, o simplemente no le gustaba.

aunque bueno, aquellos que conocían al Bardo Rictavio dirían que este tampoco encajaba mucho en Barovia, sería cosa de esos Bardos raros.

– Ya sabes lo que dicen, si la carne es jugosa, mejor. Aunque la carne de estofado de la semana pasada en la taberna de Vallaki tampoco estaba nada mal.

– Muy poco hecha.

Y Dulator sonrió de la forma más misteriosamente sensual que pudo sonreir, si bien era cierto que con aquella apariencia era un humano común, uno más de Barovia, no era ni Vistani, ni medio elfo, aunque... tampoco encajaba del todo con aquel aspecto lúgubre y oscuro Baroviano,>

Solo tuvo un pensamiento: 𝓣𝓪𝓽𝔂𝓪𝓷𝓪.

No podía ser, hacía 31 años que Ireena había dejado a los vivos y Lira era más joven ¿Verdad?

Apartó esas cavilaciones de su cabeza y pronunció teatralmente.

— Será un placer compartir plato con la elfa más hermosa del valle, já.

Con una sonrisa socarrona.

— Por supuesto, Madam.

Usando sus dotes de bardo hizo un florero con la mano haciendo una reverencia, tomó su mano y besó sus nudillos.

Esa calidad piel... Había podido sentir el pulso de su sangre. El aroma de la misma, la fuerza con la que se movía. >

A pesar de ser un bardo con un laúd, Dulator, bueno, Strahd tocaba el órgano y el piano como un verdadero maestro, había tenido una eternidad para aprender.

¿Había oído bien? ¿Cenar? Bueno tal vez que cenaste ella y el disimularse iba a ser todo un desafío de interpretación.

Dulator asintió >