Lo que permanece: un esqueleto de serie. Técnicamente la hostia, temáticamente ambiciosa, dramáticamente inerte. La ciencia ficción obliga a vivir con sus preguntas hasta que el peso de lo irresuelto se vuelva insoportable. Me bajo y no vuelvo.

Gilligan, que exploró degradación moral sin red en BB, aquí se refugia en lo convencional. Hay algo perversamente cómico: una serie sobre invasión alienígena que teme el conflicto es como una ópera sin música. Conserva grandilocuencia pero pierde lo que justifica su razón de ser.

La deriva hacia "búsqueda de la cura" se intuye con claridad: el MacGuffin científico de Soy leyenda aplicado con lógica de franchise. Carol buscará supervivientes, convertirá compañeras en cobayas, justificará continuidad. Se ve venir.

Los flashbacks irrumpen en el tercer episodio como síntoma inequívoco: cuando la trama presente carece de densidad, se refugian en el pretérito. No profundizan: rellenan. Carol se reduce a arquetipos, mientras el guion posterga lo único que importa.

Donde aquellos ultracuerpos destilaban paranoia política, Pluribus ofrece convivencia forzada. Progresismo decorativo: todos los signos de compromiso (diversidad, resistencia, identidad), pero esquiva las consecuencias dramáticas. Un thriller de invasión despojado de su veneno.

Ritmo glacial no por parsimonia deliberada sino por dilación estratégica: pánico ejecutivo que estira tramas para garantizar temporadas. La trama avanza como tortuga artrítica mientras la urgencia existencial de la premisa se pudre en diferido. Confunden suspensión con tensión.

Una diosa!

Lo vi y, definitivamente, me bajo.

Me uno a esto. Voy a ver el tercero por incercia, pero no paso de ahí. Ya el primero ha sido decepcionante. Muy bien dirigido, lo que quieras, pero con una trama que ha dejado de interesarme hace mucho.

Un anacronismo descomunal, diría yo.

Le hundía la cara a hostias.

Es la más fiel, cierto.

Si era eso...

¿Tampoco?

Jajaja. Somos mayores.

Boyero said.