No soy una hechicera con dones en la lengua, pero soy una tiradora experta, y puedo recargar tu arma casi sin que te den cuenta.

Vale, tal vez sus dones de flirteo no eran de las mejores, pero lo estaba intentando, no quería que un cachorrillo le pasase por encima sin haber ofrecido resistencia.

enrojecidos, ¿Qué se suponía que debía de contestar a esa petición? Era la primera vez que un macho le formulaba aquella pregunta. Agitó la cabeza negando, sus cortos cabellos se mecieron como cortinas de seda.

— De eso nada, ya has tenido suficiente por una noche ¿Por qué no me dejas a mi? >

Así como su mano temblorosa contra la pared indicaban que había llegado al orgasmo, aunque la loba estaba lejos de dejar tranquilo a Kael.

columna, el vientre, el pecho, todo sus ser vibraba a una frecuencia que solo Kael había sabido encontrar, era como el instrumendo predilecto de un bardo, lo cual, en cierto modo era tan poético como apropiado.

El sudor que perlaba la frente de Midha, así como su espalda, sus jadeos entrecortados >

lo suficientemente consciente y responsable como para no cometer locuras en aquellos oscuros tiempos que corrían, aunque estaba segura que a su alfa le agradaría la idea de tener una manada más grande.

— Kael yo...

Fue lo único que logró pronunciar antes de que el éxtasis le recorriera la >

con tu "compañero" era todo sexo vainilla y arrumacos.

lo que siento y... y quieres que me corra.

Sus uñas se clavaron en la pared, rascando la pintura de esta y dejando tres arañazos bien definidos en esta.

– ¿No se... supone que... deberíamos...- Oh Joder.

No, no iba a poder refrenarse, no iba a poder contenerse mucho más, y ella que pensaba que>

Se inclinó hacia delante jadeando con cierto ritmo que indicaba un placer cercano al éxtasis.

– No, por supuesto que no.

Dijo con cierta dificultad al habla, contener la electrizante sensación en su bajo vientre era más dificil de lo que creía.

– Cielos Kael, ni... ni siquiera te he dicho >

placer.

perfectos.

– Te juro, que en cuanto me sueltes, pienso dejarte seco.

Bueno, Midha nunca fue una "señorita" a la hora de hablar, la verdad, había sido criada con hombres lobo.

– Voy a hacer que supliques, ¿Me oyes cachorrito?

Aunque ahora mismo era el cachorrito el que la tenía gimiendo a >

que quería dejar claro a sus amantes que los deseaban con locura, aunque... ya no deseaba más compañeros y compañeras de cama, solo deseaba a Kael, solo deseaba que Kael se derritiera entre sus manos y gimiera su nombre.

– ¡Joder Kael!

Exclamó ante aquella combinación de actos precisos y >

estos, tentando a Kael, ella no tenía trucos que ofrecer, pero tenía un cuerpo que usar.

– ¿No prefieres tener tus manos aquí? ¿Quieres saber qué tacto tienen? ¿No prefieres... ser tu mismo quien los agarre, cachorrito?

rostro de Kael.

– Quieto cachorro.

Gruñó Midha, aunque aquel gruñido no idicaba una orden si no todo lo contrario, era una tentativa.

– Los trucos de hechicero son trampa.

Midha, no había dejado de frotarse contra la boca de Kael, sus manos subieron hasta sus propios pechos y masajearon >

a ser mucho mejor que yo.

Midha echó la cabeza hacia atrás, dejando salir un jadeo profundo a la vez que sus caderas se movían a un ritmo tortuosamente lento. Se veía a la legua que quería torturar a Kael.

– Hay tanto por aprender... cachorrito.

Dijo con aterciopelada voz Midha que movió sus caderas frotándose contra la lengua de Kael, y haciendo así que los dedos del hechicero la penetrasen a su propio placer.

– Te dije, que podría cazarte... Voy a tener que enseñarte >

que absorbieron las piernas de Midha y parte de la espalda de Kael, el pelirrojo tenía a una cazadora, sobre su boca, sentada en su cara, mirándole fijamente, jadeando con cierta satisfacción, como si entre sus fauces tuviera a la presa más deliciosa que hubiera encontrado en décadas.

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