Reconozco que mi gusto puede ser un poco friki, pero es la música que me gusta, la que te anima.
Para deprimirnos ya tenemos muchísimas otras cosas.

Espero que te gusten. 🙂

Por supuesto. Semejante desliz no debería quedar impune.

El diseño de los personajes es asombroso, más allá de su ejecución técnica. Los linces, el caballo (lo siento, la vi doblada y no me quedé con los nombres), incluso las dos cabras locas tirolesas. Todos están geniales, salvo la serpiente, que es un horror. Lo peor de la película. Después de Shakira.

Sólo echo en falta, y sin caer en innecesarias comparaciones, algo más de personalidad en los cazadores. En la de Arnold (por cierto, tremendo el guiño), éstos tenían nombre todos ellos y un carisma digno de ser plasmado en figuras de acción.

Al desenlace tal vez le faltan unas gotitas de apoteosis, después de todo lo que hemos tenido que transitar para llegar allí, pero es satisfactorio y está al nivel del film. Y Glen Powell no lo hace nada mal, parece que se está “desryangoslinzando”.

Porque la exposición de ese futuro (presuntamente) distópico es de las cosas que más me ha sorprendido. El contraste de escenario entre distritos y clases sociales es realmente evocador. Y la música no podría incrementar más ese efecto.

Más que la crítica social, o el siempre apasionante contexto distópico, lo interesante es la relación entre los personajes. Desconocidos, rivales literalmente a muerte, con un objetivo común, EL objetivo, y se crean unos lazos afectivos durante la marcha tan férreos.

Un único, pero inmenso, escenario y un número generoso de personajes dan mucho de sí si juegas bien tus cartas, y el reto es importante cuando el juego consiste en algo tan básico como caminar.