El relato oficial hablará de los éxitos de los triunfadores y se olvidará del peaje que pagamos por ello. Todo hasta que la brecha sea tan grande e insostenible que volvamos a lo inevitable: el resurgir del terrorismo como forma rápida (y equivocada) de querer cambiar las cosas.

Todo por perseguir su enferma visión del mundo donde la prioridad es proteger al poderoso tanto como sea posible, y confiar en su caridad como única forma de justicia social. Las cuentas de resultados, los repartos de dividendos, como única medida del progreso de una sociedad.