España retrocede. Lentamente, sí, pero sin desviarse. Cuando un país mira el autoritarismo con indulgencia, lo siguiente es que lo mire con simpatía. Y ahí estaremos jodidos de verdad. Lo que vimos ayer no es una excepción: es un aviso en voz alta.

Todo mi desprecio. Tolerar al intolerante no es virtud, es cobardía. Y esa cobardía nos ha llevado a un presente donde símbolos de muerte circulan como si fueran accesorios vintage y discursos del 36 vuelven a sonar como si fueran ideas frescas.

Y ahí aparece Aznar en la foto: el referente moral de un partido que convirtió la corrupción en rutina. El hombre que coleccionaba ministros imputados posa hoy como garante democrático mientras la policía escolta a fascistas. Un país especialista en reciclar espectros.

Ayuso rebuzna, amenaza, agita y miente con impunidad total. En un país serio habría acabado allí su carrera política. Aquí se jalea como ingenio. Esa ausencia de consecuencias es justo lo que permite que el autoritarismo avance sin freno ni rubor.

Todo este teatro lo impulsa un partido que presume de democracia mientras vive de negarla. Reescriben la historia, manipulan el presente y venden autoritarismo envuelto en bandera. Lo peor es que encuentran público dispuesto a aplaudirles el numerito.

Quien exhibe simbología nazi o franquista no debate: anuncia una ideología sanguinaria. Lo que debería estar prohibido aquí se normaliza y se custodia como si fuera folclore. Un país que trivializa a sus monstruos acaba convirtiéndolos otra vez en vecinos.

Y así llegamos a lo de ayer: la policía defendiendo a fascistas, nazis y franquistas como si fueran vulnerables y no portadores de un proyecto que ya dejó muertos y dictaduras. Lo que en países serios es delito aquí se protege, no vaya a ser que se ofendan.

Hasta que no lance gatos a la gente, no parará.

el chaval llevó a la novia a comer bazofia pero por guapa, ojo.

Ojalá una respuesta altanera del comercio rollo "pues tan guapa no es, flipao ".

Stay tuned