Verónica Cervilla
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Se aproxima la fiesta del Samhain, la más importante dentro de la cultura celta pagana (Sí, es Halloween, pero ese nombre fue una forma de cristianizarla). El caso es que este momento, que celebra el fin de la cosecha, ...
La figura de la bruja: ¿ángel o demonio? - Verónica Cervilla
Se aproxima la fiesta del Samhain, la más importante dentro de la cultura celta pagana (Sí, es Halloween, pero ese nombre fue una forma de cristianizarla). El caso es que este momento, que celebra el fin de la cosecha, se ha convertido en el mes de las brujas por excelencia, probablemente por las teorías que asocian su significado también a una comunión entre los vivos y los muertos. Muertos, espíritus, infierno, brujas. Todo encaja, ¿verdad? ¿O no? Condenadas y temidas, las brujas traen a la mente de algunos asociaciones relacionadas con el diablo y la magia negra, y para otros la de mujeres fuertes e incomprendidas. Pero, ¿quiénes son estos personajes? ¿En qué bando se encuentran realmente? Origen y etimología de «bruja» Para comprender el concepto actual de bruja, comencemos por analizar el significado de esta palabra. En español, esta palabra no tiene un origen claro, aunque diversas teorías le atribuyen una procedencia ibérica o celta, que podía provenir del término «brixta» («hechizo»). El equivalente latino «maleficae» fue el más utilizado durante la Edad Media, pero la palabra evolucionó en las distintas lenguas que se desarrollaron en Europa. Así, el término inglés «witch» proviene del inglés antiguo «wicce» referente a «mujer maga o hechicera» y que acabo haciendo referencia exclusivamente a mujeres. De origen similar es el término alemán «hexe», derivado de «hagzissa», que en inglés antiguo quiere decir «demonio o mujer anciana». Dos cosas muy distintas, ¿no te parece? Sin embargo, con el tiempo, veremos cómo estas dos ideas se han ido asociando de tal forma que la imagen colectiva de una bruja es una mujer anciana que vive sola. Para que luego digan que las palabras no son poderosas. Sin embargo, en otras lenguas como el gallego («meiga») o el romaní («shuvani»), la palabra hace referencia a una mujer sabia que hace el bien y ayuda a sus semejantes enfrentándose a maldiciones y hechizos malintencionados. ¿Quién tiene razón, entonces? ¿Son las brujas ángeles o demonios? Las brujas en la cultura celta Probablemente podríamos irnos hasta el comienzo de los tiempos para hablar de esa figura, pero por no alargar demasiado este artículo retrocederemos solo unos pocos siglos. Fue el paganismo de la cultura celta el que más se extendió por Europa y la América colonizada por los ingleses, y con el tiempo, la que acabó siendo absorbida y utilizada por el cristianismo para imponer sus festividades. La naturaleza y los elementos eran una parte importante de su idiosincrasia, y a ella se dedicaban la mayor parte de sus rituales y fiestas. Por eso, no es de extrañar que la figura de la bruja fuera tan respetada. En la cultura celta, la bruja era una mujer en armonía con la naturaleza, capaz de comprenderla y de usar sus frutos y su energía para canalizarla a través de ritos, brebajes y oraciones. Era su deber transmitir su conocimiento sobre árboles y plantas al resto de la comunidad. El símbolo de la bruja volando, tan popular en la actualidad y asociado a poderes malignos, hace referencia en realidad a una mujer que transciende por encima de sus limitaciones terrenales y ocupa un nivel superior. Es este mismo concepto de bruja el que comparten culturas como la romaní y pueblos de la América precolombina, donde el vínculo con la naturaleza, la medicina natural y el conocimiento de la sexualidad y el erotismo estaban bastante mejor vistos que en la puritana Europa medieval. No es de extrañar, pues, que con la invasión cristiana estas mujeres fueran acusadas de pactar con el diablo y practicar artes oscuras. Para el hombre blanco de la Edad Media todo lo inexplicable o incomprensible suponía una herejía, hasta el punto de acusar de brujería a las mujeres que preparaban cacao, una planta desconocida y asociada a hechizos de índole sexual (y ahora nos tomamos un poquito cada mañana. ¡Cómo cambia la vida, eh!). Las brujas en la Edad Media La Edad Media supuso un retroceso en todos los sentidos. Fue un periodo oscuro y plagado de crímenes atroces contra los derechos humanos, que en su mayor parte se cebó con ese gran enemigo a batir de cualquier poder absolutista: las mujeres. La religión se ocupó de transformar esa concepción celta de la bruja como vínculo con los seres vivos y la naturaleza en un demonio infernal que comía niños y lanzaba males de ojo por doquier. Cierto es que, igual que se practicaban rituales y hechizos con fines terapéuticos o de buena suerte, existían otros dedicados a causar daño y a doblegar la voluntad de otros. La magia negra y el ocultismo también forman parte de la historia de las civilizaciones, pero no están exclusivamente ligados a las mujeres (sí, hubo hombres que practicaron hechicería y magia negra. De hecho el padre del satanismo es el señor Anton Lavey). Con la asociación de mujer y diablo, la figura de la bruja terminó por convertirse en la representación de un ser maligno que había que combatir a toda costa y, así, la Inquisición obtuvo una excusa para ir contra curanderas, parteras, boticarias y otras mujeres de pensamiento libre (y alguna criminal, sí, pero fueron las menos). Si bien, cabe aclarar que no fue la Inquisición española (por mucho que lo repitan los Monty Python) la que ejecutó a más mujeres por brujería. En la España medieval, los juicios por brujería fueron escasos y se optaba mayormente por la conversión de estas «pecadoras». Sin embargo, en el norte de Europa se produjeron más de 60.000 ejecuciones por brujería (Unos crían la fama y otros…). La representación de la bruja en la literatura Sin duda, la primera bruja aparecida en un texto en la opinión de muchos teóricos (y en la mía propia) es Lilith. Una mujer de espíritu libre, tildada de prostituta por querer yacer encima de Adán (¡qué osadía! ¡Una mujer por encima de un hombre! ¿De qué me suena esto?). El caso es que, repudiada por su marido, acabó yaciendo con demonios y, claro, la gente habla (incluso en el principio de los tiempos donde se suponía que no había más gente…) y se una se crea la fama. La figura de la mujer sexualizada e independienteque que es denominada bruja (o hechicera) continúa en la literatura clásica griega y romana. Pongamos como ejemplo a Circe de La odisea, a Medea, sacerdotisa de Hécate o a las hechiceras de Tesalia. Podríamos hacer una tesis solo con estos tres ejemplos, pero en lugar de eso, te dejo este artículo. Hasta la Edad Media, la literatura se concentró sobre todo en representar a las brujas como hechiceras con un alto poder de seducción y dedicadas casi por completo a las artes amatorias (demonizar las mujeres sexualmente libres, ¿dónde hemos visto eso antes?). A partir de la baja Edad Media, destaca la leyenda artúrica y la figura de Morgan LeFay, la malvada bruja que ha pasado a la historia como la archienemiga del Rey Arturo. No así Merlín, que también practicaba la magia en la corte del rey. Es en estos tiempos medievales donde más leyendas y cuentos populares surgen sobre las brujas, sobre todo en la tradición oral. En España, haré referencia a nuestra bruja por antonomasia: la Celestina. De nuevo esta figura literaria es utilizada en su versión más odiosa, encarnando todos los defectos posibles según la época (alcahueta, vieja, hedonista, obsesionada con el placer sexual). (Sé que me dejo a Shakespeare y sus tres brujas, sorry). Surgen también los cuentos folklóricos que plagaron nuestra infancia: Hansel y Gretel, Blancanieves, La bella durmiente, entre otros. El siglo XIX y XX abrió las mentes de algunos autores y las brujas comenzaron a pasar del género de terror a la fantasía y a tener funciones cada vez más relacionadas con sus orígenes, aunque aún quedaban fuertes resquicios de concepciones anteriores. Cabe destacar a Galandriel en El señor de los anillos (también plagado de magos, que en este caso no siempre se encuentran en el bando de los buenos), sin olvidar a la Bruja Blanca de Las crónicas de Narnia, la Maga de Rayuela o la Bruja del Este de El maravilloso mago de Oz. Sí, yo también he escrito sobre brujas. Si te interesan las historias basadas en un hecho histórico real, donde las brujas vuelven a sus orígenes ancestrales y te apetece un viaje a la Transilvania del siglo XVI, te invito a conocer a La bruja de Biertan. En el siglo XXI, las brujas siguen siendo personajes enigmáticos, temidos y adorados a partes iguales, tanto en la ficción como en la realidad. Se le siguen dedicando textos y horas de metraje, y se aprecia un resurgir de la concepción original de esta figura, menos asociado con el diablo y más con la tierra y sus elementos, aunque es obvio que siempre caminará con un pie en la oscuridad y otro en la luz. Lo que es indiscutible es la atracción que nos provoca esta mujer liberada, curtida en la magia y las artes más o menos oscuras, y conocedora de los poderes de la naturaleza. Si te ha gustado este artículo, suscríbete a mi newsletter y no te pierdas los siguientes, novedades y todo sobre mi vida de como escritora de terror. Recibirás de regalo de mi guía de lectura de terror y misterio. Si quieres aprender a escribir terror conmigo, tienes varias opciones aquí. Elige tu aventura. Spread the word, Share!EmailGooglePinterest0TwitterFacebook0
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Los creadores nos pasamos la vida buscando esa idea que deje a todo el mundo asombrado. «Pero, ¿cómo se te ocurrió algo así?». Sin embargo, la humanidad ya ha contado unos cuantos cientos de miles de historias, por lo q...
4 trucos para crear historias de terror originales - Verónica Cervilla
Los creadores nos pasamos la vida buscando esa idea que deje a todo el mundo asombrado. «Pero, ¿cómo se te ocurrió algo así?». Sin embargo, la humanidad ya ha contado unos cuantos cientos de miles de historias, por lo que esta labor se hace cada vez más complicada. Pero no desesperes, todavía podemos encontrar un hueco para sorprender al personal. Voy a darte 4 trucos para que tus historias de terror sean más originales. ¿Es necesario ser original para escribir? ¿Quién decide lo que es original y lo que no? Lo que está claro es que cuánto más conocimiento se tenga sobre el trabajo previamente producido dentro de un género y/o formato en particular, menos tolerancia habrá a esa originalidad. Por lo tanto, si escribes terror, más te vale ponerte al día de lo que ya se ha escrito y ha tenido gran repercusión porque lo más probable es que tu lector objetivo (emplearé el término «lector», pero se hace extrapolable al espectador de obras audiovisuales) lo haya hecho y no tolere una imitación. Entonces, ¿qué necesita el lector? ¿Qué quiere conseguir de nosotros? El lector afín a un género específico suele buscar historias dentro del mismo marco narrativo que ya conoce y al que se ha acostumbrado, pero con la inclusión de algún elemento novedoso. Digamos que lo que persigue es una fórmula mejorada de lo que ya ha visto. Aquí es necesario diferenciar clichés de elementos propios de cada género. Una casa encantada debido a un espíritu atormentado es un elemento propio del terror; una joven que se ducha mientras hay un asesino en su casa es un cliché (y de los más estúpidos). Los elementos son necesarios (es el punto en común de todas las historias del género) y los clichés son los socavones de la carretera que hay que esquivar. Influencia, homenaje e imitación Antes de explicarte las cuatro herramientas que puedes usar para darle ese toque novedoso a tu historia de terror, hay que aclarar estos tres términos, sobre todo porque copiar está muy feo y es ilegal. La influencia es el efecto que produce la obra de un autor en otro creador, de tal forma que este repite inconscientemente un patrón similar en sus creaciones. Por ejemplo, la influencia de la obra de Lovecraft en la producción de Stephen King es evidente (el propio It es una prueba de ello). Del mismo modo, la influencia de los textos de Poe es fácilmente reconocible en las cintas de Vincent Price y en muchas producidas por la Hammer (el tono, los temas, la atmósfera). El homenaje supone tomar un elemento icónico de una obra o un creador que se reconoce de manera sencilla y aludir a este dentro de tu propia obra con la intención de ensanzarlo, recordarlo o valorarlo de forma positiva. La clave está en que esta alusión se hace abiertamente, sabiendo de antemano que el lector la reconocerá al instante, pues no hay intención de ocultarlo. Es un guiño a esa otra obra que por alguna razón tuvo un impacto en una sociedad. La serie Stranger Things es un homenaje al cine fantástico que se producía en los 80 y la última versión de la serie de la bruja adolescente Sabrina contaba con numerosos homenajes al cine de terror. Mi favorita es el vestido rojo con el cuello blanco muy similar al que llevó Mia Farrow en Rosemary’s baby. Si quieres ver cuáles eran los demás homenajes, te dejo este artículo. Supongo que a estas alturas ya sabrás lo que es la imitación. Básicamente la copia punto por punto de una historia, aunque se cambien detalles mínimos como el nombre de los personajes. El plagio no solo denota dejadez y poco respeto por el trabajo y por el público sino que además está penado por la ley, así que mejor pasamos a cómo huir de esto y darle un toque original a tu historia. Cómo encontrar el elemento novedoso Para ilustrar cada una de las maneras que te propongo de dotar de originalidad una historia repetida voy a utilizar una de las historias de terror más contadas de todos los tiempos: Drácula (sí, para mí cualquier excusa basta para hablar de mi amigo Vlad). La vida y no-muerte de este vampiro ha sido relatada, homenajeada y repetida en casi todos los formatos habidos y por haber, y ha influenciado el mito vampírico desde que apareció a finales del siglo XIX. Veamos cómo ha conseguido sobrevivir gracias a la introducción de algunos elementos novedosos: Cambia la perspectiva. Jonathan Harker lleva contándonos la historia del Conde unas cuántas décadas, ya sabemos lo que él vio. Pero, ¿qué nos contaría Van Helsing o el propio Drácula? Si quieres utilizar una historia que ya hemos escuchado (y lo más probable es que sea así porque ya está casi todo contado), cuéntala desde el punto de vista de otro personaje. Un secundario, un testigo que pasaba por allí, el propio villano, un descendiente. Eso fue lo que intentó el director Gary Shore con más o menos acierto en su Dracula Untold o la última serie que versionó al famoso vampiro, interpretado por Claes Bang, y que (ATENCIÓN SPOILER) nos cuenta una descendiente de Van Helsing. Actualiza la trama. Esta es una tendencia de los últimos años que a mí me parece muy interesante. Es cierto que leer novelas de hace unas décadas o unos siglos es una delicia. Viajar a otros tiempos y ver a través de los ojos de esas personas siempre enriquece y ayuda a conocer cómo hemos llegado hasta aquí, pero ¿no te preguntas cómo hubiera sido Frankenstein en el siglo XXI? ¿O qué habría sido de Carrie en un instituto lleno de teléfonos móviles conectados a internet? Probablemente, su baile de graduación habría sido trending topic. Dale una vuelta y piensa cómo cambiaría esa historia que te da vueltas en la cabeza en un siglo como el nuestro, plagado de tecnología, preocupado por temas como la diversidad y con una crisis de los valores tradicionales (sexo, matrimonio, independencia, maternidad). Volviendo a Drácula y a la serie que comentaba anteriormente, la tercera temporada recurre precisamente a esta técnica para dotar de originalidad al vampiro (y en mi opinón lo consigue. Original es, desde luego, aunque a veces peque un poco de pasarse de novedad). Nos lo sitúa en el siglo XXI, en un contexto donde los médicos pueden estudiar su sangre, existen las redes sociales, las cámaras de televisión y los teléfonos móviles. Modifica el enfoque. Es normal que en las primeras versiones de una historia de terror nos centremos en el miedo mismo que provoca el elemento protagonista. Eso es lo que nos fascina al inicio. Sin embargo, cuando ya hemos oído la historia varias veces, necesitamos ir más allá. Aquí es donde entra el cambio de foco. Fíjate en la maestría con la que lo hace Coppola en su Drácula de Bram Stoker, que si bien no pierde ni un ápice del terror que representa el vampiro, nos lo presenta como un enamorado herido. El tema central deja de ser la naturaleza maligna del propio vampiro y pasa a ser el amor que supera «océanos de tiempo». ¿No es maravilloso? Busca esa vuelta de tuerca en tu historia que engacha igual, o incluso más, que el propio miedo. Encuentra el tema principal que se esconde más allá del monstruo. Aprovecha tus señas de identidad. De este tema ya hablé cuando traté el terror costumbrista, pero lo repito de nuevo porque es una baza que jugamos muy pocas veces. Nuestra idiosincrasia es un arma de empatía poderosa. Úsala cada vez que puedas. Aprovecha los lugares que conoces bien, tu pueblo, tu región, sus leyendas, sus mitos, los nombres comunes de su gente, las comidas típicas, las fiestas populares. Ya se ha escrito infinidad sobre el 4 de julio en EE.UU, pero muy poca gente sitúa una historia de terror en Las Fallas o en San Fermín, o en un campo de olivos. La película de animación Blood. El último vampiro hace gala de toda su idiosincrasia nipona para contarnos la misma historia de siempre, pero con toques de su propia cultura. Por último, más que una técnica, te voy a sugerir dos ejercicios que pueden ayudarte a encontrar ese elemento novedoso: –Investiga quiénes fueron las influencias de los autores que admiras y analiza cómo han implementado lo aprendido, la forma en qué han aplicado su propio sello. Todos, hasta los que ahora consideramos maestros del género, tuvieron a su vez otros maestros. –Utiliza la literatura comparada. Investiga los libros más influyentes de una determinada época y analiza qué tienen en común (temas, localizaciones, tipo de narrador, personajes, etc) y podrás tener una visión muy interesante de lo que preocupaba a la sociedad de la época, y usar esa información para buscar qué vuelta de tuerca puedes darle a la tu historia que tenga efecto en tu contexto actual. Si te ha gustado este artículo, suscríbete a mi newsletter y no te pierdas los siguientes, novedades y todo sobre mi vida de como escritora de terror. Recibirás de regalo de mi guía de lectura de terror y misterio. Si quieres aprender a escribir terror conmigo, tienes varias opciones aquí. Elige tu aventura. Spread the word, Share!EmailGooglePinterest0TwitterFacebook0
f.mtr.cool
Casi la hemos acabado. Dios, qué risa. Qué alegría ver personajes distintos y la pluralidad de España. ¡Por fin más acentos!
Me lo habéis pedido y aquí está para la spooky season.

¡Nuevo taller de terror! (solo 12 plazas).

📅 18 oct, 10:30h (hora España peninsular).
💸 14,99€.
3 técnicas para crear ideas + disparador exclusivo con feedback. Toda la info en el enlace.

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Por aquí no lo he dicho, pero ahí va la portada de mi próximo libro de no ficción 😎.

Prepárate, octubre.