Mr. Jingles sonrió, con una ternura antigua.
—Eso dicen todos los elegidos.
Entonces, una corriente de viento atravesó la cabaña, encendiendo los símbolos grabados en las paredes: círculos, runas, hojas danzantes.
El ratón extendió su pata, tocó la frente de Eiran y murmuró: