La flor sacaba una sonrisa en los labios de Lullaby, quien tomaría la misma cuidadosa para contemplarla.

— Mucho trabajo... Es preciosa, Myr...

— Hay diversas respuestas a esa pregunta. Algunas son verdad, otras son mentira. La gracia está en no saber cual es cuál.

Inclinó el cuerpo, flexionando las rodillas y tomando la flor con cuidado en una caricia hasta tomar un pétalo marchito, arrancándolo.

Fue a abrir la misma, algo cansada.

— Oh, Mimyr.

— ¿Apacible? Supongo que es una forma curiosa de decirlo. Más bien imperturbable, aunque tampoco lo consideraría del todo correcto.

Se detuvo, contemplando una de las dalias negras que nacían cercanas a su cabaña.

— Los extranjeros de las ciudades dirían que más bien tengo entrenada mi cara de

— Nada en concreto.

Seguía caminando, no existía prisa pero sí el ruido de los tacones de sus botas.

— No siempre hay que tener algo captando tu atención, Mimyr.

— No lo sé, no hay nada escrito o específico.

Comenzó a caminar sobre el camino empedrado sin importarle demasiado la cercanía ajena, manteniendo las manos tras la espalda.

— Me resulta relevante lo que de alguna manera llama mi atención personal.

— No me resulta relevante.

Alzó los hombros para encogerlos aborrecida, aún escuchando.

— Me conocen como Telaria, así que con eso estará bien.

— Siento decir que no hablo de mi propio renombre que, merecido o no, me he ganado en el pueblo.

En apariencia, no parecía mostrar nada relevante. Una joven de apariencia frágil y delicada, delgada y grácil.

— Te... insto a descubrirla por medios propios en el pueblo si es realmente algo que capte tu interés.

Una ceja alzada, pero manteniéndose tranquila.

— Nadie habla de sus propias historias, no de esa manera al menos.

— Eso es. — respondió.

Manos tras ella, un sutil ladeo de cabeza y el parpadeo perezoso sin dejar de mirarlo.

— Se me hace extraño que alguien no conozca mi presencia en este lugar.

— No soy una elfa. — respondió.

Fue contundente en sus palabras, sacudiendo el faldón del vestido.

— Las orejas puntiagudas es algo característico de muchas razas diversas, pero también por peculiaridades especiales que tienen muchas personas o criaturas por causa de la magia.

— Creo que sería más complicado hablar con la enorme bestia.

Despacio, apoyando una de sus manos sobre los adoquines de piedra, se iría incorporando.

— Pero puedo ver los atributos básicos: cuerpos y cola.

— Es la primera vez que despierta me encuentro con un dragón.

— ¿ Hm ?

— ¿Siesta? Bueno... podría, eso es verdad.

Pensativa, ladeando la cabeza. Con el índice se daba pequeños toquecitos.

— Hm... pero me apetece estar contigo.

— No descansé tanto como me hubiera gustado...