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Es aquí donde la política, el goce y la fe colisionan: Siria es el cuerpo donde se libra esta guerra total, y los cristianos, en su vulnerabilidad, representan tanto el desafío como el testimonio de una resistencia irreductible.

Frente a la población cristiana, esta dinámica adquiere un carácter aún más visceral: el cristianismo, como símbolo de resistencia cultural y teológica en la región, se convierte en un blanco preferente. Blanco de vejaciones, por supuesto. Tanto mujeres como hombres.

El cuerpo violado o resistido es campo de batalla donde colisionan teologías, ideologías y goces; ahí se decide la política. La violencia sexual, tome la manifestación que tome, es un acto de dominación que expropia el cuerpo del otro.

Más que en las instituciones y la sociedad civil organizada, la política nace y toma forma en los cuerpos, lugares donde se disputa el poder y se transgrede la autonomía.

La política comienza ahí: donde el cuerpo, expropiado por el poder, busca recuperar su soberanía en el vértigo de la destrucción. El goce no es el fin, sino el punto de partida de una disidentidad que desordena las jerarquías religiosas y políticas.

The rebel’s alternative path—engage, not to conquer or resign, but to affirm the absurd by fighting for a justice that may never be (no results). In politics, as in life, the choice is less about outcomes and more about how one chooses to exist amidst the hurricane.

No es una nostalgia, sino una profecía: el indigenismo enfrenta a un sistema que degrada lo humano, y nos recuerda que las raíces verdaderas no se venden ni se negocian; se viven y se defienden hasta el final.

El indigenismo es la respuesta profunda a la corrosiva modernidad y a la voracidad que convierte las culturas en mercancías; la llama endógena contra la homogeneización; la esencia indígena, inalterable y fértil, es la fuerza espiritual y la afirmación de identidad y resistencia.

Frente a la modernidad disolvente, el indigenismo es una trinchera mística y ontológica; un llamado a recordar que los pueblos no son meros actores en el teatro de las naciones, sino guardianes de un legado. El indigenismo es la semilla.

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