Voy a deducir que lo de «no saber leer» es referencia a usted mismo. No tengo de otra.

Usted sí me entiende.

¡Me parece válido!

VOLVIÓ EL TIEMPO DEL RUIDO A SANTAFÉ.

Sí.

Si lo va a hacer, y está en Bogotá, le recomiendo Colombo-Japonesa. Yo estoy allí y me ha ido muy bien.

Yo veo eso todo el tiempo con Japón. Y la verdad es que lo entiendo, Japón —por cosas que no quiero explicar ahora— tiene una forma maravillosa de hacer arte. Pero, jueputa, haz algo de eso, no te quedes con lo que miras; aprende el idioma, aprende a pintar, alguna cosa.

Eso está muy bien y es muy válido, pero es que si te gusta una cultura ajena tienes que hacer algo bello con eso, no quedarte en la nostalgia que te causa la producción artística de un país ajeno e imaginarte un país que no existe.

Al ser evidente el timo, el británico acordó con el japonés publicar una confesión en la que admitía no ser japonés.

La verdad es que fue muy chistoso leer su confesión y su explicación de por qué se hizo pasar por otra nacionalidad. Básicamente, por amor a esa cultura.

A causa de un tuitero auténticamente japonés, que habla de política de su país con cabeza fría, se logró desenmascarar al tipo. Pues este japonés lo retó a encontrarse con él en una ciudad cualquiera. Desde luego, el británico no apareció.